El día
21 de noviembre se ha publicado la Ley de Tasas; la
propuesta, tramitación, aprobación y publicación
de esta ley ha supuesto uno de los episodios más
sombríos en la moderna historia de la justicia
en España. En plena crisis económica,
cuando la necesidad de tutela judicial es mayor, el
ministro de justicia impulsa con carácter de
urgencia una ley destinada a encarecer el acceso de
los ciudadanos a la práctica totalidad de procedimientos
judiciales tanto en primera instancia como en instancias
superiores.
El problema no sólo es cuantitativo, de encarecimiento
del acceso a procesos civiles, administrativos o laborales,
sino también cualitativo ya que obedece a un
modelo de justicia en el que prima el afán
recaudatorio, el deseo de disuadir el uso de los procesos
y de los recursos, modelo que dista mucho de lo que
debe ser la administración de justicia en un
estado social de derecho.
La introducción de estas tasas cuestiona el
papel de la jurisdicción como instrumento institucionalizado
de solución pacífica de los conflictos
y lo resitúa al restringirlo, incentivando
el recurso a las vías de hecho y a las soluciones
violentas. Esto es, la reforma agudiza la violencia
estructural y promociona violencias episódicas.
Esta decisión es extremadamente grave si se
aplica en un contexto de crisis económica desbordada
en el que el gobierno ha dado muestras de incapacidad
manifiesta para afrontarla en clave de respeto a derechos
fundamentales de las personas tales como el derecho
al trabajo, el derecho a la vivienda, el derecho a
la educación, a la sanidad, a un salario digno.
La nueva normativa convierte en irreversible la posibilidad
de solicitar que los tribunales puedan tutelar correctamente
esos derechos, de ahí que instituciones públicas
como el defensor del pueblo, colectivos profesionales,
partidos políticos y asociaciones de usuarios
se hayan plantado la posible inconstitucionalidad
de la norma entendiendo que no ha sido suficiente
la presión social durante la tramitación
de la Ley, es necesario agotar los instrumentos legales
para evitar o cuando menos paliar los efectos nefastos
de la norma.
Jueces para la Democracia desde que en febrero de
2011 el Ministro anunció la introducción
de tasas, se ha opuesto firmemente a la reforma y,
de nuevo, haciéndonos eco del malestar dela
práctica totalidad de la judicatura, hemos
de poner de manifiesto el rechazo al contenido de
la norma, al modo en el que se ha tramitado y a las
consecuencias que tiene para el sistema de garantías
de las personas. No en vano el precipitado anuncio
de una moratoria de su entrada en vigor es un reflejo
más de las deficiencias formales y materiales
de la Ley observadas tanto en su contenido, como en
la gestión de su tramitación y entrada
en vigor.
El consenso social, político y profesional
que ha suscitado el rechazo de la norma es síntoma
claro de la gravedad de la situación y la gravedad
del contexto en el que se aprueba.
Jueces para la Democracia se compromete a realizar
un seguimiento al detalle de los efectos de las nuevas
disposiciones en los derechos fundamentales, en el
derecho al acceso a la justicia en las condiciones
que exige la Constitución y se compromete a
agotar las vías en derecho posibles para evitar
los efectos perniciosos de la ley, recordando que
el artículo 9.2 de la Constitución exige
a los poderes públicos y, por lo tanto, a los
jueces, promover las condiciones y remover los obstáculos
para que la libertad y la igualdad sean reales y efectivos.
El Secretariado