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Jueces para la Democracia nació como corriente de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM) el 28 de Mayo de 1.983. Pero antes hubo una gestación larga y laboriosa.

Los antecedentes más remotos están en la rica experiencia de Justicia Democrática, como búsqueda de un espacio cultural en el que pudieran convivir el compromiso con los valores de la democracia y el ejercicio independiente de una jurisdicción digna de ese nombre.

Los antecedentes más inmediatos, una vez reconocido y ocupado de hecho ese espacio, nos sitúan en los primeros momentos de la transición. Cuando el vértice judicial, ungido todavía de franquismo -no por residual menos resistente- pactaba desde su acrisolado apolicismo, con la derecha política, el establecimiento de un límite mínimo del 15% de los jueces para constituir asociaciones.

De este modo, desde 1.980 a 1.983, el entonces llamado sector progresista de la judicatura, por mor de esa limitación, tuvo que hacer su particular travesía del desierto en la APM. APM encasillada en una organización interna regida por el principio mayoritario puro, refractaria a la aceptación del pluralismo, al que accedió a abrirse finalmente no por razón de principio, sino a raíz de la victoria socialista y por lo que temían pudiera suceder… Así, la APM aceptó la existencia de corrientes en su interior.

Pero hablábamos de desierto y, claro, tuvo que haber un espejismo, sobre todo en lo de las corrientes, que fueron arrojadas al vacío exterior en un oscuro IV Congreso de la asociación mayoritaria, celebrado ad hot, en 1.984.

Jueces para la Democracia, en su asamblea constituyente, se dio por unanimidad algunos rasgos identificativos: trabajar por una organización judicial realmente funcional a los valores superiores del ordenamiento constitucional: «libertad, justicia, Igualdad y pluralismo político» y por la democratización de la «carrera judicial»; reivindicación de la crítica interna/externa y de un tipo de juez comprometido con la realidad de la polis; independencia frente al poder y apertura a la sociedad…

Jueces para la Democracia se rige por medio de un Secretariado, integrado por 9 miembros, que se renueva cada 2 años en un congreso convocado al efecto y un Comité permanente que se convoca una vez al año.

Con periocidad asimismo bianual, tiene lugar también un congreso de debate sobre temas de interés general en la perspectiva de la justicia. Con uno y otro tipo de encuentros. se logra asimismo la implicación efectiva y directa de los afiliados en la vida de la asociación.

Con motivo de los congresos anuales y siempre que la ocasión la demanda, Jueces para la Democracia trata de ser una presencia crítica y viva dentro de la magistratura, entendida ahora en una dimensión internacional. De ahí sus trabajos e informes en materia de reformas legales y sobre cuestiones técnicas de interés para la organización judicial. Y también la participación en Magistrados Europeos para la Democracia y las Libertades (MEDEL) y la proyección en América Latina para la difusión allí de este movimiento.

Pero su trayectoria está también jalonada de intervenciones y pronunciamientos dirigidos a la sociedad, en defensa de la independencia judicial, de los derechos fundamentales y de los valores constitucionales. Sin rehuir los temas difíciles y las cuestiones conflictivas.

Cierto que nada de ésto se produce sin debate en nuestra asociación, grupo discutidor y contrastado internamente donde los haya. Pero es cierto también que el resultado final, plasmado en multitud de textos y tomas de posición en todos los medios, al cabo de casi dos décadas de existencia, ilustrada bien sobre un esfuerzo civil, independiente y constante, de creación de opinión y de denuncia, que pone de manifiesto que nada de lo que tenga que ver con los valores democráticos ha sido ajeno a Jueces para la Democracia.

Este año, nuestra Asociación ha cambiado el nombre a Juezas y Jueces para la Democracia para hacer visible a todas las personas que integramos la carrera judicial. Uno de nuestros objetivos siempre ha sido y es es contribuir a la igualdad de hombre y mujeres en la sociedad y defender con firmeza que se produzcan las transformaciones necesarias que nos conduzcan a esa igualdad real.