Un año más, Juezas y Jueces para la Democracia hace homenaje a aquellos hombres y mujeres que arriesgaron su vida para defender los derechos de la clase trabajadora.

El 1 de mayo de 1886 se inició una huelga en varias ciudades de EEUU para conseguir la jornada laboral de 8 horas, huelga que tendría su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket.

Como consecuencia de estas luchas, se ejecutó a varios líderes sindicalistas, que desde entonces son conocidos como los Mártires de Chicago.

Desde entonces, es bien conocida la historia, llena de sangre y lágrimas, protagonizada por la batalla interminable entre las clases parasitarias y extractivistas y las que solo pueden vender su fuerza de trabajo.
El derecho social nace asentado en esa desigualdad originaria, y se desarrolla a medida que los cambios en la industria, en la producción, en la tecnología, dan paso a nuevos escenarios.

Las tasas de ganancia son el resultado de recortar de forma dramática los derechos sociales, de priorizar las rentas del capital, de externalizar costes y privatizar beneficios.

Juezas y Jueces para la Democracia quiere hoy hacer homenaje a la clase precaria, y denunciar las políticas que hacen del presente un espacio de violencia.

 

Se aprovecha la mano de obra barata de las personas migrantes, que limpian a nuestros mayores, que viven hacinadas en los campos de fresa, expuestas a los abusos de patrones despiadados, y que ni siquiera pueden denunciar cuando no ostentan el permiso de trabajo o residencia.

Se menosprecia la formación y el talento de nuestros jóvenes, que deben marchar a otros países para poder subsistir.

Se precariza la vida de las sanitarias que cuidan de nuestra salud, o la de los profesores que enseñan a nuestros niños.

Se omite una adecuada protección legal a nuevas formas de trabajo, como en el caso de los rideres, que sufren a diario accidentes y despidos, y que deben recurrir a los tribunales para que se regularice su situación.

Solo desde la firme convicción en el derecho como herramienta de transformación social, podremos, desde la justicia, en interacción con los agentes sociales, ser capaces de poner freno a estas políticas depredatorias que no ponen la vida en el centro.

Nuestro compromiso se renueva, un año más, para garantizar de la forma más efectiva posible los derechos sociales, que son el auténtico sustento de la ciudadanía y la razón material de la democracia.

1 de mayo de 2020