Los últimos meses y semanas han vuelto al mundo del revés, cambiando el mundo tal y como lo hemos conocido. Miles de personas han perdido la vida como resultado de la pandemia COVID-19, muchas más están luchando contra la enfermedad, todos vivimos temeroso por la salud, la de nuestros familiares y la nuestra. La inevitable crisis económica golpeará a todos, nos enfrentaremos a la pérdida de miles de puestos de trabajo, muchos de los desempleados se verán en situación de extrema pobreza. Entramos en esta nueva realidad con miedo, recordando la historia no tan lejana, especialmente la de la crisis económica en la década de los años 30 del siglo pasado, que se convirtió en el caldo de cultivo para el populismo y el nacionalismo que dio lugar a la gran tragedia de la Segunda Guerra Mundial.

Estas experiencias nos enseñaron una lección acerca de la necesidad de colaboración y solidaridad a nivel internacional y del papel clave de la democracia, la separación de poderes y los derechos humanos.

Observamos, profundamente preocupados, restricciones a los derechos humanos en casi todos los países europeos. La mayor amenaza para el orden democrático en Europa se plantea, en particular, en los recientes acontecimientos en Hungría, donde se han otorgado al gobierno, facultades ilimitadas para gobernar por decreto, sin restricciones, sin límite temporal, y sin ningún otro control parlamentario. Incluso se han tipificado nuevos delitos, cuyo objetivo principal son los periodistas, violando así, el derecho de todo ciudadano a la información (contrariamente al art. 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos).

Nos oponemos también a las acciones del gobierno polaco, cuya insistencia para celebrar las elecciones presidenciales el próximo 10 de Mayo, responde únicamente al interés político del partido gobernante, poniendo en peligro la salud y la vida de millones de ciudadanos polacos. Paralelamente, se están adoptando, nuevas leyes, caóticas, que limitan significativamente los derechos y libertades de los ciudadanos.

MEDEL recuerda que, si bien es evidente la necesidad de adoptar medidas extraordinarias durante la pandemia, estas medidas deben ser proporcionadas y limitadas en el tiempo. Los ciudadanos tienen derecho a la protección de los derechos fundamentales incluso, y especialmente, en caso de emergencia. Estos derechos sólo pueden restringirse en aras de evitar una amenaza, y tales restricciones deben cesar en el momento en el que la amenaza termina. Como establece el artículo 15 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, en caso de peligro público que amenace la vida de la nación, cualquier Alta Parte Contratante podrá tomar medidas que deroguen las obligaciones previstas en el presente Convenio en la estricta medida en que lo exija la situación, y a condición de que tales medidas no estén en contradicción con las restantes obligaciones que dimanan del derecho internacional.

En estos tiempos de emergencia es esencial el papel de los tribunales independientes para proteger los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos frente a cualquier tipo de abuso.

MEDEL pide a las instituciones europeas, especialmente al Consejo de Europa y a la Comisión Europea, que ejerzan un seguimiento aún más atento del nivel de protección de los derechos humanos en los países europeos.

MEDEL también hace un llamamiento a toda la comunidad jurídica europea, incluidas las organizaciones de derechos humanos, las asociaciones de abogados, jueces, fiscales y académicos, de servir a las personas que sufren violación de sus derechos humanos y alertar sobre todos los tipos de abusos de las autoridades que se aprovechan de la pandemia